jueves, 17 de junio de 2010

un deseo

mares y océanos
y una luz sin final.
Una calvera a lo lejos,
detrás, luz criminal.

petalos y más petalos
vuelan sin cesar
al compas del caminar
del rechinar del cielo

segundos y minutos
en el suave aliento blanco
rebotan en el reloj
tras el sombrio atenuado

van buscando los caminos
sobre llamas trepando,
pesados como un himán
en el pecho encerrado,

celestes como la llama azul,
como el cielo despejado
ardientes como mi deseo
por estar a tu lado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te ha gustado, deja tu comentario.